Susi, por José Saramago

  • Escrito por José Saramago
  • Categoría: Opinión

(Del blog de José Saramago, Premio Nobel de Literatura 1998)

Leer más...Si yo pudiera, cerraría todos los zoológicos del mundo. 

Si yo pudiera, prohibiría la utilización de animales en los espectáculos de circo. 

No debo de ser el único que piensa así, pero me arriesgo a recibir la protesta, la indignación, la ira de la mayoría a los que les encanta ver animales detrás de verjas o en espacios donde apenas pueden moverse como les pide su naturaleza.

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En memoria de Raquel

  • Escrito por Jean Díaz-Guijarro Hayes
  • Categoría: Opinión
 

Desde edades tempranas vamos aprendiendo y ampliando la lengua con la que nos ha tocado sentir. Durante años conocemos y utilizamos palabras con las que nos expresamos y comunicamos con quienes, en algún momento, ocupan el mismo espacio vital que nosotros. Pero, a pesar de su continua utilización e incluso desgaste, solo en determinadas ocasiones, a lo largo de la vida, descubrimos qué significan....

Leer más...El pasado fin de semana, a los cincuenta años, yo he atrapado al fin, y desearía no haberlo hecho nunca, el significado profundo de unas cuantas de ellas. La lista incluye los términos derrota, impotencia, absurdo, injusticia, rabia, imposibilidad, desolación, así como otros muchos que creía conocer bien hasta hace tan solo unos días.

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Los galgos ahorcados, por Rafael Narbona

  • Escrito por Rafael Narbona . Fotos: SOS GALGOS
  • Categoría: Opinión

España es el país de los galgos ahorcados. España es el país que no aprecia la ternura inconcebible de un animal que se enreda con el aire, dibujando piruetas imposibles.

España es el país de árboles con ramas asesinas, donde una infame cuerda siega una vida tan ligera como la espuma. España es una tierra yerma que entierra la poesía en sus entrañas muertas.

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Los galgos son poetas emboscados en el viento, que doblan las esquinas en silencio, deslizándose como un brazo de agua escapado de una acequia. Los galgos son poetas que se recortan contra la luna, componiendo siluetas inauditas. Los galgos encabalgan las palabras o saltan por encima de ellas, sorteando las tildes, tan arrogantes e inflexibles. La tilde es una señora ridícula que se clava en las palabras como una espina. Los galgos perturban su rutina, lanzándola al viento, que juega con ella hasta que se aburre y la deja sobre un tejado, donde se confunde con una ramita. A veces, acaba en un nido. Allí recibe lecciones de humildad y acepta su dolorosa intrascendencia. 

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