La despensa de Dinamarca no es muy variada y, lo que es más definitorio, la cocina no supone una forma de cultura integrada en el país, comentaba René Redzepi a su paso por Gasteiz, este mes, invitado en el 17º Congreso Nacional de la Cocina de Autor.
Precisamente esa austeridad extrema (alguien recuerda “El Festin de Babette”, la peli?) fue lo que llevó al danés a tener que agudizar el ingenio y sacar el mayor partido de lo que disponía. La solución fácil, importar productos foráneos (como haría la prota del film en la desolada aldea de Jutlandia), no casaba con su modo de pensar, así que tuvo que reemplazarla por altas dosis de imaginación e investigación.
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